Hubo un momento en nuestra vida, en el que fuimos conscientes de la emplazamiento que nos hizo Jesús: “Ven y sígueme”. Y le prometimos seguirle donde quiera que fuese.El amor del Señor perdona todo. No solo cura la herida y limpia la mancha del pecado, si no que regenera, fortalece, da la Vida divina para que podamos compartirla a los demás